lunes, 15 de julio de 2013

La cuarta dimensión del jardín

Diseñar un espacio habitable utilizando organismos vivos, requiere invariablemente incorporar en sus condicionantes la dimensión de tiempo.

Un jardín no se diseña solo para el hoy, su construcción no termina el día en que se entrega la obra o cuando la plantación a concluido, eso que llamamos "mantenimiento" es en realidad una segunda etapa de la construcción y puede ser determinante para definir las características finales del espacio.

Transmitir esta visión a los propietarios de un área verde debe ser preocupación fundamental para cualquier paisajista, debe preparar a sus clientes para la necesidad de futuras intervenciones en el espacio, llámense podas, sustituciones, re-plantaciones, clareos, trasplantes o incluso re-diseños.

Normalmente queremos que nuestro espacio se vea como algo concluido y podamos disfrutar de todos sus beneficios cuando recién se inaugura la obra, también mientras las plantas se desarrollan y también por supuesto cuando las plantas llegan a su madurez, incluso cuando algunas de ellas llegan al fin de su ciclo vital y deben retirarse, un buen proyecto debe prever la imagen que tendrá el jardín a lo largo de todo este desarrollo.

Si esto no fuera suficientemente complicado también tenemos variaciones estacionales, aún en climas tan benéficos como el nuestro, las plantas tienen diferente aspecto a lo largo del año y debemos anticipar estos cambios para evitar paisajes desolados en invierno o saturados en verano, equilibrar las diferentes épocas de floración para armonizar el colorido del conjunto y que mientras una especie mengua en su color otra surja con nuevos tonos o que el color del follaje complemente el ciclo de todo el sistema.

Este equilibrio va más allá de los beneficios estéticos del jardín, los servicios ambientales que tanto necesitamos de las áreas verdes también deben optimizarse en función del tiempo para utilizar la menor cantidad de energía posible para su mantenimiento, permitir la adecuada filtración de agua al subsuelo, estimular la proliferación de vida animal, aprovechar el ciclo solar y todo ello en armonía con nuestras necesidades.

Todo un reto que requiere la participación de diseñadores, obreros, jardineros, propietarios y hasta de los visitantes ocasionales para lograr la integración de la naturaleza y el hombre en un entorno urbano, un jardín es una escultura viva, dinámica, siempre cambiante y que a final de cuentas nos aporta mucho más que lo que nos pide.

Arq. Justo E. Osorno Vizcaíno.